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Me acuerdo de aquella vez que me levanté de la cama después de una hora de mal sueño, con una resaca de mil demonios, una húmeda sensación de suicidio y un hombre que no reconocía a mi lado.
El hombre resultó ser quien no debía, la resaca un aviso del dolor que estaba por venir y la sensación de suicidio mi penitencia.
Hay despertares peores.
ResponderEliminar...pero ahora no se me ocurre ninguno.
a mí aquél aún me sigue atormentando
ResponderEliminarTendrás que afanarte en lograr uno maravilloso para que tape todos los anteriores.
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