Me acuerdo...

69

Me acuerdo de lo importante que me sentí el día que completé el álbum de cromos de la Bella y la Bestia y del vacío existencial del día de después.

Me acuerdo...

68

Me acuerdo vagamente de cuando todavía soñaba despierta

Me acuerdo...

67

Me acuerdo del gato del bloque 11 de Rozna Dolina, que saltaba a las manibelas de las puertas y de que te dabas cuenta estaba dentro de tu cocina.

Me acuerdo...

66

Me acuerdo de la primera vez que me emborraché. Recuerdo (vagamente, pero recuerdo) cómo el cuarto de baño del bar donde estaba daba vueltas a mi alrededor y yo intentaba sujetar el WC para que no fuera dando vueltas también y poder vomitar dentro. También me acuerdo, por supuesto, del cóctel explosivo que me llevó a tal situación.

Me acuerdo...

65

Me acuerdo de aquel tortazo que todo lo cambió...

Me acuerdo...

64

Me acuerdo de cuando soñaba que se me caían los dientes, que caía al abismo, que se me olvidaba ponerme la ropa o que volaba. Me acuerdo de cuando gritaba en sueños, pegaba patadas, tiraba la almohada al suelo y me despertaba llorando. Me acuerdo de cuando dormí con mi hermano una noche de reyes o con Ana en el día de mi comunión. Me acuerdo del pijama rosa que mi madre quemó con la plancha. Me acuerdo del colchón en el suelo de la buhardilla y de la cama minúscula de Lunavej, 21.

Me acuerdo...

63

Me acuerdo de mi cinexin, de mis barriguitas, de mi caravana rosa de la Barbie, de las indigestas magdalenas de plástico con las que jugábamos en párvulos, de mi libro de Petete, de mi Pin y Pon calvo, de las canicas que me ganaron en los recreos, del teléfono de Piluca, de mi muñeca chochona, de mi gusilú, de la botibota, de aquellas piruletas rectangulares que curaban las llagas de la boca, de los peta zetas, del arroz inflado, de la Especiala, de los cinco duros de después de misa, de los calcetines calados hasta la rodilla, de las dos coletas, de aquel vestido de flores horrendo que diseñó mi madre con tanto cariño, del sudor de manos de cuando Raúl me agarraba jugando a la cirigalga, del chichipan, de los escondites, de la cortinilla de flores del cuchitril que me servía de refugio nuclear en casa de mi abuela, de David el Gnomo, de la risa de mi padre cuando me disfrazaba de snorkel con mis gafas de bucear y sus zapatillas de andar por casa, de cuando fuí ardilla voladora, de mi primera fuga por el nacimiento de mi hermano y del miedo que pasé en aquel rellano a pesar de ser el contiguo a casa.

Me acuerdo...

62

Me acuerdo de los trajes y los desfiles de carnaval del colegio; conmemorando la expo de Sevilla, las olimpiadas de Barcelona, cupido, casita... Dejé de participar en ellos cuando me tocaba disfrazarme de "mesa con mantel y tazas de té".

Me acuerdo...

61

Me acuerdo del palomar que teníamos en el patio. Mi hermano y yo solíamos ir a jugar en él atravesando el interminable campo de espigas y amapolas. Un día llegamos y encontré un huevo. Decidimos cuidarlo, ponerlo entre algodón y esperar a que saliera un pollito. Poco duró esta lucidez porque terminé estrellándolo para ver cómo era un huevo sin freir.

Me acuerdo...

60

Me acuerdo de Miguel Ángel Blanco, aquel concejal secuestrado y asesinado por ETA en los noventa. Recuerdo que me sumé a la avalancha popular para condenar el atentado y llevé con mi amiga Vanessa un mural con crespones negros y una poesía a la puerta del ayuntamiento.