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me acuerdo de que no conozco el idioma cuando ya voy por la mitad del libro.
Me acuerdo de por qué decidí tatuarme una espiral en el antebrazo. Siempre consigo darle otra vuelta a mis segmentos, flaqueando otra vez más en esta misma curva.
Me sumerjo de nuevo, prescindiendo de líneas rectas en mis geometrías.